Atrás parecen haber quedado las noticias sobre las caídas del gasto de los hogares tras los fuertes ajustes vividos en 2023 y 2024. Desde finales de 2024, el gasto de los hogares en Colombia muestra una recuperación sostenida, en un contexto de reducción del desempleo —que ha alcanzado mínimos históricos— y de una economía que vuelve a expandirse. Aunque la moderación del aumento en los precios ha hecho su parte en mejorar el poder de compra, el impulso actual del gasto responde con mayor fuerza a otros motores: la generación de empleo, el flujo de remesas, el uso del crédito y unas expectativas más favorables. Sin embargo, el repunte no ha sido del todo homogéneo.
En este contexto, el sector lácteo también se recupera, aunque con matices. El consumidor colombiano parece estar transformando su relación con la canasta, otorgando más interés a los productos con atributos diferenciados frente a la leche tradicional. Un cambio que impulsa a la industria a escuchar con atención cómo se están redefiniendo los hábitos de consumo para prepararse de cara a los próximos años.
Es así como, en lo corrido de 2025, el gasto real de los hogares en leche y sus derivados —es decir, descontando el efecto de los precios— ha crecido a una tasa interanual cercana al 3,5%. Aunque el avance parezca modesto, representa un dato significativo para una industria que ha enfrentado años complejos marcados por la volatilidad del mercado, los efectos climáticos, la inflación y la pérdida de capacidad adquisitiva de los hogares derivada de esta última.
Aun así, persisten desafíos importantes, pues el nivel de gasto real sigue por debajo del observado antes de la pandemia. Según datos de Gastometría de Raddar, si en 2019 los hogares adquirían cerca de 100 productos en la canasta, en 2025 este número ronda los 96, con una caída más pronunciada en términos per cápita (cerca de 90). Esto refleja que el poder de compra aún no recupera completamente el terreno perdido, lo que evidencia los retos estructurales de una industria sustentada en la demanda interna.
Dentro de esta realidad, los productos derivados —quesos, yogures, kumis, entre otros— han mostrado un mejor desempeño que la leche, dando indicios de un cambio en las preferencias del consumidor. Conocer al nuevo comprador de productos lácteos es hoy entonces más importante que nunca. ¿Cómo viven? ¿Con quién lo hacen? ¿Qué los motiva a comprar?
Y es que, si cerca del 94% de los hogares declara adquirir leche, pero solo el 90% afirma consumirla, según el estudio Lácteos en la mesa de los colombianos, realizado por Raddar CKG como iniciativa entre Asoleche y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, este desfase invita a comprender las transformaciones a las que está sujeto el consumo.
En este sentido, hoy el mercado colombiano se concentra en cuatro generaciones con realidades y hábitos distintos: los Centennial (con una edad promedio de 18 años), que ya representan cerca del 24% de la población; los Millennial (33 años) y la Generación X (52 años), que cubren la mayor parte del gasto; mientras los Baby Boomers (72 años) completan el panorama.
Las diferencias entre generaciones incluyen, pero no se limitan a, su situación socioeconómica y su estructura familiar. Según el ConsumerTrack de Raddar, solo el 30% de los Centennial declara tener vivienda propia, frente al 70% de los Baby Boomers. Mientras los más jóvenes suelen vivir con sus padres, los Millennial y la Generación X conforman hogares con pareja e hijos, y los Baby Boomers usualmente viven únicamente con sus hijos.
Estas particularidades ayudan a comprender las diferencias en los drivers de compra entre generaciones. En todas, la calidad, la necesidad y la costumbre son motivos centrales, pero hay matices importantes. Las generaciones mayores se preocupan más por su presupuesto, seguramente ante la realidad de tener que sostener un hogar, con lo cual el precio tiene un mayor impacto a la hora de decidir si se compra o no, y en qué marca y canal hacerlo. Por su parte, las generaciones más jóvenes tienen una mayor influencia en sus compras por motivos como el antojo, muy alineado con la preferencia por productos con presentaciones individuales, que pueden considerarse pequeñas indulgencias.
A su vez, este panorama se enmarca en una tendencia hacia hogares cada vez más pequeños, lo que implica, entre otras cosas, menor posibilidad de compartir gastos y limita el ingreso disponible. A esto se suma una tasa de natalidad en descenso, un reto para una categoría estrechamente ligada a la presencia de niños, pues los hogares con hijos compran y consumen más leche que aquellos sin ellos, según reveló el estudio Lácteos en la mesa de los colombianos.
La industria enfrenta entonces el desafío de adaptarse y conquistar a las nuevas generaciones sin descuidar a los consumidores tradicionales. Las dinámicas del consumo de lácteos, aunque afectadas por la evolución de los precios y el auge de bebidas no lácteas, enfrentan desafíos mucho más profundos que requieren del esfuerzo conjunto del sector público y privado.
Por un lado, es fundamental garantizar la estabilidad de la cadena, manteniendo estrategias como las compras estatales y su inclusión en programas de alimentación, así como el fortalecimiento de la asistencia técnica y la modernización industrial para mejorar la eficiencia y estabilizar los precios del sector.
Por otro lado, la clave estará en la capacidad de innovación para responder a las nuevas necesidades de un consumidor en transformación: hogares más pequeños, menor natalidad y una población con mayor esperanza de vida. Los consumidores buscarán cada vez más productos prácticos y adaptados a su estilo de vida, lo que podría traducirse en una creciente demanda de presentaciones individuales, fáciles de transportar y con beneficios específicos, así como alternativas indulgentes y sofisticadas como el parfait, el yogur griego o el kéfir, que han ganado espacio en momentos de consumo como el desayuno.
Por el momento, se espera que el gasto de los hogares en leche y derivados continúe su tendencia de recuperación, en línea con la recuperación económica general —el vaso medio lleno—, pero el sector todavía enfrenta desafíos de fondo, donde el vaso muestra grietas complejas. Sin embargo, aún hay tiempo para consolidar el papel que los lácteos pueden mantener en la mesa de los colombianos.
El acercamiento y la articulación entre el sector público y privado representan un paso decisivo, el primero de muchos, para asegurar la sostenibilidad y relevancia de esta industria, que sigue siendo esencial para la nutrición, la economía y la identidad del país.
Juan Pablo García Parra
Gerente de datos en Raddar CKG







